14.8.10

Crónicas de tiempos: 14.08.10



Acabo de despertarme, soñé que Sonia (mi profesora de teatro de los pasados dos años) nos llevaba a una casa grande, grande (para, ¿era Sonia?), era blanca, antigua y luminosa, fuimos porque cuando estábamos por la calle un repartidor debolantes nos dijo, "si quieren una solución, felicidad, paz, vayan a esta dirección). El plan era algo así como que la minita te solucionaba la muerte, como para sacarte ese peso de encima. En mi sueño no existía la vida después de la muerte, pero con el método de Sonia era posible que después de que tramitase tu muerte vos siguieras ahí, intacto sin haberte ni enterado de tu muerte. Estábamos nosotros dos metidos en la ronda, había alrededor de quince personas en la terraza. Nos explicó la táctica. Concentrándose viajaba al pasado, un poco antes, generalmente en el mismo día, y te mataba en el pasado. Uno, en el presente continuaba ahí, sentado, sin siquiera enterarse. Ahora nadie podía verte, ni tu familia ni amigos ni nadie, solamente la gente que había sufrido su método. Cuando estaba a punto de ir a por nosotros, cerré los ojos y me pregunté por qué estaba haciendo esto. Después de haberme matado, según exclamó entre las risas de un mazazo, me puse a llorar, abracé a quién tenía al lado y pregunté por qué me había hecho esto. No podía parar de llorar. "¿y todo lo que tenía que hacer en mi vida? ¿y toda la gente que no conocí, las edades que no tuve, las personas que no fui?" y lloraba, me moría de dolor. Y de repente me dicen, tu familia todavía te está buscando, ya pasaron dos semanas. 
El dolor. Recuerdo el dolor. Un dolor desde adentro, insoportable. Y recuerdo tenerlo al lado, colgarme de sus brazos y llorar por nuestra muerte, porque pasase lo que pasase en ese entonces, la vida ya no iba a conocernos juntos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su palabra agitará mi viento