30.3.10

Crónicas de tiempos 30.03.10



Corromper mis huesos todos. Arrancarme cada pelo y de raíz. Inyectarme hasta que implote este corazón. Despedazarme, quedarme hecha jirones de carne y músculo muerto. Quitarme los ojos y, ciega, cortarlos en rodajas. Golpear mis manos entre sí hasta quebrar cada falange y sangrar, sangrar por cada poro, como fuese. E internamente que deliren mis mitocondrias, que exploten así no tienen que seguir con la insoportable tarea de alimentar cada célula.

29.3.10

Crónicas de tiempos: 29.03.10


Surge desde lo más profundo esta rabia, este grito ahogado en desilusión, el dolor acallado, el disimulo desvariando. Me veo caer, en cámara lenta. Sé que no hay modo de vencer. Éste fue mi último round, ¿y qué me queda después de perder?

25.3.10

Crónicas de tiempos: ayer y hoy

La música que escucho me suena a vos.Te mezclás en cada nota. Te siento, te metés por mis oídos. Ahora cantás como mujer, cantás como LA mujer. Y su voz me desarma, por que es tu voz. Y las guitarras me aguillotinan, por que sos de acordes, de esos acordes. Y el ruido de fondo, ja! el ruido de fondo es tu respiración, todos los sonidos son tus pulmones echando al aire de tu interior. Las pequeñas melodías secundarias son latidos de tu corazón. Y los silencios, tus silencios.
La música que escucho me suena a vos. Por que sos la música que escuche. No hay escapatoria.

23.3.10

Crónicas de tiempos: 23.03.10

-Hay un gato muerto en el medio del empedrado.
Encima, abajo y atrás suyo se extendía la oscuridad. Y dentro de ella, la jovencita de las pecas, cubierta (además de la espesa noche) con su frazada bordó se agarró la cara con ambas manos.
-Cómo es- el mar revuelto de su interior no le permitía ni siquiera emplear un tono de pregunta.
-tiene... manchas
Hubiese deseado no haberlo dicho nunca, no haber mirado ella hacia abajo, hacia el empedrado, eximirse por completo de ése peso. Sintió el blanco que se extendía delante suyo. Quiso creer que era una ilusión, que el gato no estaba muerto. Pero era el cadáver lo que volvía todo blanco, como una foto sobreexpuesta. Pero a su lado la oscuridad volvía a ser completa y densa. Sintió a sus espaldas el gemido de la otra jovencita.
Ése era unno de los momentos en que el tiempo se comprime.
-Menta-De pié, la muchacha dejó caer los hombros y asintió en silencio.
Hubiese querido anular ese instante. Hubiese querido no estar ahí , que nadie hubiese en el lugar en el que estaban todos respectivamente en ese momento. Pero ella estaba ahí, ella se había asomado desde el techo y había visto a Menta muerto.
Bajó las escaleras de caracol cabisbaja. Hubiese querido no hacerlo. Abrió la puerta, tomó aire y salió a la calle, descalza.
Hubiese querido no ver lo que vio.
El gato estaba acostado hacia un lado, el cráneo abierto desde más abajo del mentón al medio. Del abismo emergía carne. El piso estaba bañado en sangre. Indiscutiblemente era Menta.
Estaba volviéndose hacia la puerta cuando decidió echarle un último vistazo. Era imposible que hubiesen pasado más de dos horas y aún así, alguien había comido ya sus ojos.

9.3.10

Crónicas de tiempos

Las pecas saltaban asustadas en sus mejillas. Se mordía un labio nerviosa, tratando de frenar unos grititos.

-Papá, hay una cucaracha gigante en el baño

Muy a su pesar, el hombre canoso y de ojos rojos y saltones miró la hora tras resoplar largamente, eran las 4:30 a.m. Dejó de lado el teclado gastadísimo de la computadora y comenzó con la ardua tarea de levantar sus 120 kg ebrios de la silla de plástico de patas abiertas por el peso. Hizo un par de eses por el suelo pero logró llegar con éxito al baño. Los azulejos verde-agua parecían devolverle su aliento a ginebra. Meneó la enorme cabeza con una mezcla de autocompasión y aversión, comenzó a buscar al dichoso bicho.
Tenía la visión confundida y le importaba poco y nada si dormía en su baño una imbécil cucaracha, pero Alma lo miraba desde el marco de la puerta con las marcas de la almohada en su mejilla mientras se tapaba los ojos con ambas manos. Iba a encontrar al bicho. No quería que ella tampoco pudiese dormir. Su vida no tenía que parecerse en nada, absolutamente en nada, a la de él. Matar una cucaracha era la parte más simple.
Vio un bichito negro entre dos azulejos, camuflado en los hongos negros. Lo quemó con el cigarrillo, dio media vuelta, revolvió los pelos de su hija con una mueca en la cara que intentaba ser una sonrisa (por supuesto no muy bien lograda).
-Ya está, Almi, ya está.
Vio mientras se metía en su cuarto como su hija sonreía antes de destaparse los ojos y volvía con su almohada a su propia cama.

Cuando hace frío y se tiene sueño hasta la sábana más sucia y rota se siente limpia y nueva. Y después del sustazo de aquel bicho enorme no podían molestarle las bolitas de la tela. Y no podía molestarle el aliento de Papá, ni el zigzag de sus pasos después de la caricia de la cabeza. Sabía que él la quería (y mucho), pero también sabía que hacía tiempo se le había ahogado el corazón en odio hacia todo. Hacía años que no trataba de sonreírle. Sonrío y se durmió hasta que la humedad de la sangre la despertó.

Tenía que terminar el artículo esa noche. Sabía que tenía que hacerlo aunque hubiese pasado tantas horas sin dormir. En el fondo sabía que no era necesario terminarlo esa noche, ni a la noche siguiente, y probablemente ni siquiera importaba si lo terminaba o no. Pero ésa era su excusa para no irse a dormir. Por supuesto sus parpados se volvieron insostenibles mientras amanecía, tomó un trago de despedida y fue a lavarse los dientes. Levantó la tapa del inodoro y dejó caer su cuerpo sobre él. Levantó la vista, le encantaba mirarse al espejo mientras cagaba, lo excitaba. Así que ahí estaba, masturbándose como un púber mientras largaba su mierda en el inodoro. Sus noches no podían volverse menos patéticas, no a esa altura.

Era complicadísimo para sus piernitas caminar sobre esas paredes húmedas y cubiertas de suciedad viscosa. Pero adoraba ese olor, o, vaya si lo adoraba. Saltó sobre la pared caliente y vellosa y mordió. Mordió con toda la fuerza que poseía, mordió y escupió la piel sobre el agua, escupió la carne, la grasa. Mordió y escupió.


"Oh, no, oh, no. Por favor no, ya soy grande, por Dios." Se sujetó la cara con ganas de arrancársela. No podía ser que le hubiese sucedido otra vez. Pero ése olor, ése olor era otro olor. Al reconocerlo se enderezó de un golpe y prendió la luz del velador. La mano de su padre apretaba fuertemente sus sábanas, y era de su cuerpo del que había salido toda aquella sangre. Abrió los ojos y se quedó un instante observándole la cara de desesperación sin saber qué hacer.

-Te... t.. tenías razón. Ehh, ¡Aggh!, Era gigante.



4.3.10

Crónicas de tiempos: 04.03.10

Así me gusta vivir.
Lindo o feo, está en mí.
Y no, no me canso de sentir,
duela cuánto duela,
así quiero seguir.
Viviendo fuerte.
Mi primer nombre es Extremista,
el segundo Masoquista
y mi apellido Continuar.




_____Siendo·Violento_____