29.4.12

Crónicas de tiempos: (ahora) imposible el despegue.

No es triste. Es cemento.
Como una caja enchinchada con no tener espacio.
Escribo en esta noche que me ha sido quitada de las manos.
Para no perderte.
Esgrimido el escape a las mazmorras.
Ya no supe entenderme.
Ya me soñé y no me gustó mi cara onírica.
Ahora sólo lugares, yo los deambulo.

Crónicas de tiempos: 28·04·12

Si yo fuera un santuario, ¿dònde pondrìas las velas?
(podràs cerrar tus ojos pero jamàs apagarlos)

 Si sonrìo es que te dejo besarme las plantas de los pies.

Volarse boca abajo y que nadie te vea (estar en paz).

La soledad es la multitud màs grande que nadie pueda conocer
(y yo abarco mis soles con abrazos aireados y fantasmas esfumados)

Yo podrìa dar vueltas por la luna pero he encontrado mi propia gravedad. Tan lejos de lo leve es como un rasguño en una piel tan insensibilizada que no resiste nada.

Si me escondo de los pezones es que he querido llorar pero sòlo habìa sangre. Si escucho sonidos muy agudos en alguna parte de mi cerebro que no està hecha es que me he quedado ciega. Si tartamudeo las caricias es que no me las han dado. Si trastabilla mi derecha con mi izquierda no es cobardìa, es el estado empedernido, imposible que ceda a la fuerza de el estar atento y mantenerse acordes a las sonrisas. ¿Sonrisas lo què?

Es muy tarde y aún no he hecho nada. Es muy tarde antes de que salga el sol  
Como un combate cuerpo a cuerpo con la mismísima destreza de una carne infecta que se nos encima. Podrías tirar la toalla pero el veneno se te ha instalado en el pecho y necesitás gritar y rasguñar. Muerte sería el comienzo del precipicio del que siempre hablás pero que jamás viste ni de lejos. Muerte sería desbocarse a la tarea de abarcarlo. No lo viste ni vas a verlo ni muerta porque la muerte es uno vendado y escabulléndose sin saber de dónde. Podría volarte los sesos pero no me apetece.