Vamos a soñar la música temblando, despatarrados sobre la mesa cegados. Bailan nuestras neuronas mientras nosotros, estáticos, nos acurrucamos más.
Nos figuramos achacados, desparramados sobre la vida, marionetas del infortunio.
Viajes espaciales y péndulos macabros, pinchan las hormigas en la convulsión. Paranoicos nos preguntamos si el otro seguirá vivo. Reímos y lloramos al son del éxtasis y jubilosos nos compenetramos en el otro. Vamos cediendo al impulso y caemos. Gemimos. Volamos. Abrazados.
Extraordinario es una palabra ficticia si no estás al lado.
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Su palabra agitará mi viento