9.12.10

Crónicas de tiempos: 09.12.10

Pensé que estaba de malhumor, pero uno de ésos que te quitan todo pero ni siquiera podés descargarlo porque estás condenada a pasar el día sólo. Pero revisé mi sensación y me di cuenta que no, que no era malhumor, que era ese estado pre-depresivo espantoso que ni siquiera tiene la fuerza del malestar suficiente como para que se convierta en una bella tormenta de mesientotaaanmalmividaestanchotanadiemequieredejéquetodosevayaquierovolvereltiempoatrás.  Ni siquiera. Ni siquiera podía escuchar música y llorar como una maricona idiota sola en mi casa por cada canción con un acorde menor (y más con las canciones mayores, que por contraste te hacen dar cuenta de lo terrible del estado de uno), porque todavía no había llegado al clímax depresivo donde uno se dispone a revisar de todas las dedicatorias de tus libros, a ver si algún mensaje te alivia el peso, pero incluso si encontrás alguno bonito otra vez el pataleo bobalicón. Creí que tenía ganas de enojarme, de pelearme con alguien, pensé que estaba harta. Pero no estaba harta, estaba cansada, y ése es el primer paso a la depresión. Supe que no había marcha atrás posible y que indefectiblemente la depresión iba a llegar en algún momento u otro, así que creí conveniente adelantar el proceso porque ése estado pre-depresivo está en mi top 5 de las cosas que más detesto en este mundo. Pero ya pasaron muchas horas y sigo así. Puta madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su palabra agitará mi viento