23.11.10

Crónicas de tiempos: 23.11.10

Se dijo a sí misma que era el silencio lo que la tenía a mal traer. Quiso escaparse entonces de él, pero estaba agarrada de pelos y dientes tanto que parecía un abrazo desesperado, La imagen: lo abraza como si fuese su amado escapándosele de las manos, lo abraza y lo retuerce, casi ahorcándolo, y no le importa si muere, porque si muere así morirá en sus brazos y se escrurrirá por los poros de su piel, morirá en ella y allí permanecerá por siempre, en su abrazo estrangulador.
Amaba ése silencio porque era ése silencio quién permitía seguir imaginándose que lo que se callaba era lo que deseaba oír, y no lo contrario. Lo amaba y le estaba agradecida, pese a saber que la enfermaba en grado sumo. Lo amaba porque la mantenía viva. ¿Qué hubiese sido de ella si su sueño se desmenuzaba, si esa esperanza cuyos únicos soportes estaban hechos de silencios y de la autopromesa de que el no-silencio hubiese sido la respuesta deseada caían? Ella caería. Porque desde su enfermedad ella estaba arriba, bien en la cima de sí misma, era su propio sino encarnizado. Ella, desde su enfermedad no era nada más que ella misma.

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Su palabra agitará mi viento