11.5.10

Cede el imperio donde se perdió tu sorna.
Caen los muros donde se resquebrajó lo tuyo.
Propias las miradas traspapeladas
se regala el recuerdo.
Y ya pasó.
Otra vez se fue.
Y alguna dama para que nos aviente hacia lo perdido.
Y el espacio voló hacia el tiempo.
Ya no será, no será brizna.
Brizna de palabras dulces.
Fue de pinceladas hechiceras, pintada con acuarelas del invierno.
Ahora derruido es el espanto,
acompasado a las alegrías y a la alergia que produce el campanario.
El hierro labrado del corazón se retuerce con las extremidades.
Quedamos descalzos de ensueño
recostados, tirados a pedazos,
mirando ése final: cuando cede el imperio donde se perdió tu sorna.

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Su palabra agitará mi viento